Trato ético a los animales

Las neurociencias han demostrado que los animales son seres sintientes porque poseen un sistema nervioso central que les permite la “sintiencia”, que es la capacidad de sentir, percibir o experimentar subjetividad. Lo que significa que un animal no es “algo” sino “alguien” (es un sujeto con intereses, con conciencia subjetiva, con capacidad de sufrir). [1] [2]


La Declaración de Cambridge sobre la Conciencia, firmada el 7 de julio de 2012 por trece renombrados neurocientíficos en presencia del afamado científico Stephen Hawking, asegura que:

«De la ausencia de neocórtex no parece concluirse que un organismo no experimente estados afectivos. Las evidencias convergentes indican que los animales no humanos tienen los sustratos neuroanatómicos, neuroquímicos, y neurofisiológicos de los estados de la conciencia junto con la capacidad de exhibir conductas intencionales. Consecuentemente, el grueso de la evidencia indica que los humanos no somos los únicos en poseer la base neurológica que da lugar a la conciencia. Los animales no humanos, incluyendo a todos los mamíferos y pájaros, y otras muchas criaturas, incluyendo a los pulpos, también poseen estos sustratos neurológicos.» [3]

Es decir, que la mayoría de los animales son conscientes de sí mismos y del mundo que les rodea, y son capaces de sentir dolor y sufrir. Eso los aproxima a nosotros, y por ello los humanos estamos obligados a reconocerlos como sujetos de consideración moral y no como “cosas” ni “bienes semovientes”.

El filósofo inglés Jeremy Bentham (1748-1832) en su Introduction to the Principles of Morals and Legislation (1789), planteó lo siguiente:

«No debemos preguntarnos [si los animales]: ¿pueden razonar?, ni tampoco: ¿pueden hablar?, sino: ¿pueden sufrir?» 

Y varios siglos después, el médico y teólogo franco-alemán Albert Schweitzer (1875-1965) manifestaba que:

«No me importa si un animal es capaz de razonar. Sólo sé que es capaz de sufrir y por ello lo considero mi prójimo.»

Los animales no humanos, al ser poseedores de conciencia y sintiencia son merecedores de un trato ético por parte de los seres humanos.

La humanidad no puede detener su progreso civilizatorio. En gran parte del mundo se han abolido prácticas tan bárbaras como la esclavitud, el racismo o la opresión de la mujer. Debemos incluir la abolición del maltrato animal en nuestra lucha por construir un mundo mejor y más humanitario.

La luchadora afroestadounidense Alice Walker (n. 1944), lo expresa con esta contundente frase:

«Los animales existen en el mundo por sus propias razones. No fueron hechos para el ser humano, del mismo modo que los negros no fueron hechos para los blancos, ni la mujer para el hombre.»

Y el filósofo australiano Peter Singer (n. 1946), en su libro Liberación Animal (1975), escribió:

«La tiranía de los humanos sobre los no humanos ha causado, y sigue causando, un dolor y un sufrimiento sólo comparables a los que provocaron siglos de dominio de los hombres blancos sobre los negros. La lucha contra ella es tan importante como cualquiera de las batallas morales y sociales que se han librado en años recientes. […] Las actitudes hacia los miembros de otras especies son una forma de prejuicio tan rechazable como los basados en la raza o el sexo de una persona. […] La liberación de los animales es, también, la liberación de los humanos.»

El trato ético hacia los animales nos permitirá seguir avanzando social y culturalmente. Desde la abolición de la esclavitud, el movimiento por los Derechos Animales es la revolución moral más urgente.



NOTAS

[1] «Criterios para reconocer la sintiencia» [animal-ethics.org]

[2] «A Universal Declaration on Animal Sentience: No Pretending» [psychologytoday.com]

[3] «The Cambridge Declaration on Consciousness» [fcmconference.org]

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